COPAL: OFRENDA DIVINA
Mediador entre el cielo y la tierra, entre la materia y el espíritu, entre vivos y muertos, el lazo de unión del humano con Dios-Diosa, el elemento que transporta las oraciones al ámbito de lo Divino, esa es la función del copal. El sahumador que quema la ofrenda de copal, es el instrumento que durante la ceremonia se transforma en receptáculo que “contiene” o “atrae” lo Divino.
Las volutas blancas que se producen al quemar el copal, son consideradas Divinas y reciben el nombre de Iztac Teteo (Dioses Blancos). El humo que asciende es una muestra evidente del dialogo que se esta llevando a cabo con Dios-Diosa. La columna de humo se transforma en el Eje del Mundo, en torno al cual giran el universo y sus criaturas.
La combinación de los cuatro elementos esta presente en un sahumador encendido, es el “corazón” del ámbito donde se esta llevando a cabo un rito. Por lo tanto, el sahumador, la braza ardiente, la columna de humo, Iztac Teteo, tienen su propio lenguaje, el cual es susceptible de ser interpretado, amen de que per se, la quema del copal en el sahumador,
produce específicos resultados de armonización.
En los ritos de iniciación y renovación, que requieren de una muerte ritual, la ceniza, resultado final de la quema de copal, era empleada para propiciar la resurrección de los ciclos de la naturaleza. La resina simboliza la incorruptibilidad e inmortalidad. Su grato perfume es real pero inasible, representa el ámbito de lo espiritual. El humo también representa el lugar por el cual caminan las animas.
En un uso terapéutico el copal sana las enfermedades producidas por el frió y la humedad, así como también calma los dolores de cabeza. En el Antiguo Anahuac, a los niños se les colgaba una bolsita de algodón con una bolita de copal, como medida preventiva que evitaba enfermedades. Así como tambien se pensaba que “borraba” los pecadillos sexuales.
Otro uso ritual del copal, se llevaba a cabo en la elaboración de esculturas, hechas de la misma materia de copal, ya que cuando esta fresca la resina es moldeable y al secarse se endurece, es factible darle forma y que perdure. Estas esculturas se hacían como forma de dar tributo a la madre tierra a Tonantzin, a Tlazolteotl; incluso para acompañar a ciertos personajes en sus tumbas.
Al ser quemado el humo blanco se asociaba con las lluvias, por lo que también se pensaba que de esta manera se honraba a Tlaloc y se empleaba para llamar y solicitar la lluvia.
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